Kiriko
APROPÓSITO DEL BICENTENARIO DE LA AÑEJA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA.
¿LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ DE 1812 MAS CONOCIDO COMO "LA PEPA" FUE LIBERAL O LIBERTARIA?
Agenda de actos del Bicentenario en Cádiz(España)
2012 es el año de la ciudad de
ultramar, con un programa repleto de muestras, actos, celebraciones y fastos
que permitirán que acapare todas las miradas
EL GALEÓN «LA PEPA» (FOTO: ABC) |
ERIKA MONTAÑESE
La histórica Constitución de 1812, que se dictó en la “Tacita de Plata” un 19 de marzo –y el Santoral derivó en el conocimiento de este texto por parte del vulgo como La Pepa–, solo “resistió” dos años, hasta que Fernando VII regresó a la España dominada por el hermano de Napoleón Bonaparte y decidió derogarla. No obstante, volvió a brillar durante el Trienio Liberal y en 1836. Y se podría añadir también que lo hará este 2012, cuando se celebra el Bicentenario de la Constitución alumbrada en la urbe gaditana y cuando la misma ciudad de ultramar y todo el país, por ende, se han volcado en el festín de La Pepa.
La histórica Constitución de 1812, que se dictó en la “Tacita de Plata” un 19 de marzo –y el Santoral derivó en el conocimiento de este texto por parte del vulgo como La Pepa–, solo “resistió” dos años, hasta que Fernando VII regresó a la España dominada por el hermano de Napoleón Bonaparte y decidió derogarla. No obstante, volvió a brillar durante el Trienio Liberal y en 1836. Y se podría añadir también que lo hará este 2012, cuando se celebra el Bicentenario de la Constitución alumbrada en la urbe gaditana y cuando la misma ciudad de ultramar y todo el país, por ende, se han volcado en el festín de La Pepa.
Los Reyes han confirmado su presencia y también habrá una cumbre de
jefes de Estado en octubre
Porque el festival va a estar repleto de actos conmemorativos,
de celebraciones, espectáculos, cumbres, exposiciones y eventos minuciosamente
preparados para que Cádiz ilumine al mundo con los mismos valores que vieron
nacer a La Pepa: la tolerancia, la comprensión a los derechos humanos y los
conceptos de respeto y liberalidad.
Por ello, tanto la organización de los fastos del Bicentenario de aquel
primer compendio de principios fundamentales como la ciudad han decidido
engalanarse con una completa relación de actividades en aras de que Cádiz
vuelva a ser el centro de todas las miradas. Y de las visitas.
El programa de actividades para este doscientos cumpleaños es tan vasto
que lo que aquí aparece es solo un pequeño inventario de las actividades
previstas “ad hoc”. El Día Grande, como no podía ser de otra
forma, será el lunes 19 de marzo, cuando estarán los Reyes de España en la
proclamación de la Carta Magna en el despampanante Oratorio de San
Felipe Neri.También está marcada con números rojos en el calendario la cumbre
de Jefes de Estado que tendrá lugar en octubre y que atraerá a la ciudad andaluza
a los mandatarios de parte del mundo. Al mismo tiempo, Cádiz ostentará la
Capitalidad Iberoamericana de la Cultura.
El Día Grande será el 19 de marzo, fecha que
la hizo popular con el sobrenombre de La Pepa
Desde el Sorteo del Niño -que por primera vez se desplazó hasta otra
ciudad fuera de Madrid, y que se celebró en Cádiz el pasado 6 de enero-,
también recaerá en la ciudad la organización del Sorteo Extraordinario de la
Lotería Nacional en diciembre de 2012, hasta la recepción de la expedición Ruta
Quetzal de este año, un sinfín de acontecimientos tendrán a Cádiz como punto de
destino.
Las celebraciones se prolongarán durante todo el año, porque 2012
es año de Cádiz.
¿Qué supuso?
Derechos y libertados conquistados
La Constitución de 1812 supuso un gran
avance en la historia jurídica de nuestro país en lo relativo a derechos y
libertades y como inspiración de las Cartas Magnas de Portugal, Sicilia,
Cerdeña, Rusia y sobre todo, en las antiguas colonias americanasde España. Las
sesiones de las Cortes, que comenzaron en la Isla de León (actual San Fernando)
el 24 de septiembre de 1810, culminaron el 19 de marzo de 1812 con el
nacimiento de «La Pepa», bautizada así por serl el día marcado en el calendario
como la celebración de San José.
PAÍS DE ABANICO. PROCLAMACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN (FOTO: FUNDACIÓN FEDERICO JOLY HÖHR) |
TERESA
SÁNCHEZ VICENTE
«La Pepa» vio la luz compuesta por un
total de 304 artículos repartidos en 10 títulos que sentaron las bases de la
nueva monarquía constitucional. El régimen que instauraba el texto
constitucional alumbrado en Cádiz se asentaba sobre tres pilares
básicosabsolutamente novedosos en la historia política española: imperio de
la ley y sumisión de los ciudadanos al principio de legalidad; garantía
jurídica de los derechos y libertades; y, división de poderes.
Respecto a este último punto, los
artículos 14, 15 y 16 de la la Constitución gaditana son tajantes al establecer
la separación del poder legislativo, ejecutivo y judicial: «La potestad de
hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey»; «La potestad de hacer
ejecutar las leyes reside en el Rey» y «La potestad de aplicar las leyes en las
causas civiles y criminales reside en los tribunales establecidos por la ley».
Tres preceptos que simbolizan la ruptura total con la monarquía
absolutista anterior.
La Constitución gaditana estableció la separación de poderes por primera
vez en España
El articulado sobre el Poder Judicial
es uno de los más extensos de los textos europeos, que según destaca el
profesor Óscar Alzaga fue un «hito de la historia del constitucionalismo
europeo en que una Constitución dedica tanta atención y espacio al
Poder Judicial». De hecho, «La Pepa» dedicó un total de 66 artículos (del 242
al 308) a detallar el funcionamiento y organización de la justicia española de
la época.
El texto gaditano fue también pionero
y rupturista por la proclamación de derechos y libertades hasta el momento
inexistentes en el panorama jurídico español. «La Pepa» introduce por primera
vez en nuestra historia el sufragio universal, aunque masculino
indirecto y para mayores de 25 años (el voto femenino no llegará hasta la
Constitución de 1931).
España, patrimonio (solo) de los
españoles
Influenciados por el
constitucionalimos británico, los diputados doceañistas desde su primera
reunión en la Isla de León, se apresuraron a decretar la libertad
de imprenta, a abolir la tortura y liberalizar la economía. La noción de
libertad quedó patente en el artículo 2 del texto promulgado: «La nación
española es libre e independiente y no puede ser patrimonio de ninguna familia
ni personal».
Otros derechos, inimaginables para la
época en la absolutista España, quedaron plasmados en «La Pepa»: libertad y
seguridad personales, inviolabilidad del domicilio, libertad de expresión del
pensamiento, abolición de las penas de tormento y apremio y
confiscación de bienes, entre otros grandes avances.
La Pepa instauró la religión católica como única
confesión posible
La Constitución gaditana no instauró
la aconfesionalidad del estado y sí la unidad religiosa con la católica como
bandera del Estado. Los diputados de las Cortes, derogadas en 1814 con el
regreso deFernando VII, sí abolieron la Constitución en 1813 por
considerarla «incompatible» con los valores constitucionales.
«La Pepa», desde que se instauró el
reinado de Fernando en 1814, no volvió a estar vigente hasta 1820, con el
levantamiento de Riego y el denominado Trienio Liberal. No
obstante, y pese a los cortos periodos de validez, la Carta Magna gaditana tuvo
una gran influencia en constituciones españolas posteriores y en como se
indicó, al principio, en los textos jurídicos de parte de Europa y Sudamérica.
*Bibliografía: «Teoría y Realidad
Constitucional» de Óscar Alzaga «Constitucionalismo Histórico
Español», Antonio Torres del Moral
El asedio de Cádiz
Un Cádiz asediado alumbra la Nación
española
Si la nación española nació en la
Constitución de Cádiz de 1812, lo cierto es que fue este un parto de lo más
ajetreado. «La Pepa» vino al mundo en un Cádiz asediado por las fuerzas
francesas, entre bombazos y excitación general en una urbe que se sabía el
último refugio de una incipiente España libre.
VISTA DE CÁDIZ DESDE LA BAHÍA, 1820 (FOTO: FUNDACIÓN FEDERICO JOLY HÖHR) |
GUILLERMO OLMO
Los historiadores Miguel Artola y Manuel Pérez Ledesma escribieron que la invasión francesa fue «fue la ocasión para que el pueblo español desarrollara su propio proceso revolucionario». El epicentro de ese proceso serían las cortes, reunidas en Cádiz. Dos centenares de diputados llegados de las Juntas Provinciales constituidas en toda España debatían y redactaban la que sería la primera Constitución de la historia de España. Lo hacían en una ciudad acorralada por las fuerzas de Napoleón Bonaparte, a quien el más destacado constituyente, Agustín de Argüelles describió como «el mayor y más audaz guerrero que se había conocido».
Los historiadores Miguel Artola y Manuel Pérez Ledesma escribieron que la invasión francesa fue «fue la ocasión para que el pueblo español desarrollara su propio proceso revolucionario». El epicentro de ese proceso serían las cortes, reunidas en Cádiz. Dos centenares de diputados llegados de las Juntas Provinciales constituidas en toda España debatían y redactaban la que sería la primera Constitución de la historia de España. Lo hacían en una ciudad acorralada por las fuerzas de Napoleón Bonaparte, a quien el más destacado constituyente, Agustín de Argüelles describió como «el mayor y más audaz guerrero que se había conocido».
Pero la ciudad más antigua de España
resistió indomable nada menos que 30 meses de un asedio dirigido
por algunos de los mandos más competentes del emperador francés, como el
mariscal Soult, duque de Dalmacia y uno de los artífices de la gran victoria
francesa en Austerlitz, y el mariscal Victor. Pero nada pudieron hacer estos
afamados estrategas y los ingentes recursos bélicos a su disposición frente al coraje
y tenacidad de los gaditanos y el apoyo de las fuerzas expedicionarias
inglesas.
El empuje invasor había llevado a la Junta Central
a desplazarse de Sevilla hasta Cádiz
Arrancaba el año 1810 y tras el
fiasco que había supuesto lacapitulación en Bailén, que irritó
sobremanera a Napoleón, el emperador apostó por poner toda la carne en el
asador en el frente meridional. El empuje invasor había llevado a la Junta
Central, que intentaba coordinar la resistencia, a desplazarse de Sevilla hasta
Cádiz. La tacita de plata era el último bastión. Dado el gran despliegue
artillero francés, nada hacía presagiar que las defensas de Cádiz fueran a
aguantar mucho tiempo. Pocos contaban con la pasión patriótica que se apoderó
de las gentes de la ciudad, cuya rebeldía exasperó a los sectores afrancesados,
que afirmaban en sus publicaciones en Madrid que «la prepotencia de la ínfima
plebe de Cádiz debe mirarse como el vicio capital y la fuente de todos
los males de que adolece nuestra España».
El contagio del espíritu bélico
Pero eso que para algunos era vicio, para
los sitiados era el fuego que animaba su lucha. A tanto llegó el celo defensor
de los gaditanos que se mostraron reacias incluso a autorizar el desembarco de
las tropas inglesas llegadas por mar a la ciudad. Según refieren todos los
testimonios de la época, la mayor parte de los vecinos colaboró entusiastamente
en su defensa. Las mujeres cocinaban y cosían para los combatientes, los
hombres se presentaban voluntarios para la milicia y en todas las casas se
cobijaba y atendía tanto a sanos como heridos. En toda Andalucía, adonde habían
ido llegandoterribles noticias del avance invasor y de las
tropelías que la soldadesca francesa iba cometiendo, había arraigado un ánimo
belicoso tal que los sacerdotes llamaban a la lucha desde los púlpitos y muchos
de ellos incluso cambiaban temporalmente los hábitos por las armas.
El profesor Manuel Moreno Alonso da
cuenta de un escrito del embajador francés en España, el conde La
Forest, que refleja de modo elocuente lo irreductible del Ejército
irregular formado por los españoles: «Cada campesino se convirtió en un
soldado, cada soldado en un héroe. Habían sometido a los héroes de Austerlitz,
un chico de quince años se consideraba equivalente a los granaderos franceses».
«Cada campesino se convirtió en un soldado, cada soldado
en un héroe»
Pero el camino de la victoria no fue
en absoluto un camino de rosas. Fueron muchas las tribulaciones de una ciudad
encendida por la guerra, algo a lo que no fueron ajenos los diputados reunidos
en las cortes, que tuvieron que conjugar su labor de moldear los principios
políticos fundamentales de la nación con las de coordinación de la guerra. Tras
la batalla de Chiclana, el 5 de marzo de 1811, las Cortes abordaron
la precaria situación de los cientos de heridos hacinados en el Hospital
de San Carlos: «Se mueren de hambre, no tienen asistencia, todo les falta;
y no habiendo perecido en el campo de batalla en que sellaron con su sangre la
libertad de la patria, ¿se han de morir en el hospital?ۜ», clamaba uno de los constituyentes.
Finalmente, desde el inicio del año
1812, simultáneamente al avance en el proceso de redacción constitucional, la
esperanza se iba abriendo paso entre los defensores. El 5 de enero de 1812 los
franceses se retiraban de la Tarifa. Ya en el verano, el 29 de julio llegaban a
Cádiz las noticias de que ingleses y españoles habían conseguido recuperar
Madrid. La euforia se desbordó por las calles y la multitud
hizo sonar las campanas de la iglesia del Carmen. Ya en agosto, dos años y
medio después de combates, los lugareños se sorprendían ante la imagen de
multitud de pequeños incendios en los alrededores de la plaza. Las fuerzas
imperiales iniciaban la retirada y prendían fuego al material que no podían
evacuar consigo. El grito jubiloso de «Viva la Pepa» se
adueñaba de la ciudad liberada.
Los padres de La Pepa
POR GUILLERMO D. OLMO
La Constitución de 1812, «La Pepa», no surgió de la nada. Fue obra de dos centenares de hombres que, recluidos en un Cádiz asediado por las tropas imperiales de Napoleón, alumbraron la que sería la primera carta magna de la historia de España. Un documento en el que quedaron consagrados algunos de los principios que hoy rigen la vida en común de los españoles. En ella, por primera vez, quedaba acuñado como sujeto jurídico y político la nación española y se reconocían algunos de los que hoy son derechos fundamentales.
En 2012 se celebran los 200 años de tan importante legado. Las excepcionales circunstancias en que desempeñaron su trabajo explican que todavía algunos aspectos de su peripecia permanezcan ocultos por las brumas de la historia. Se sabe que su primera reunión se celebró el 24 de septiembre de 1810 en la isla de León, el actual municipio de San Fernando, el último reducto al que habían arrastrado a la resistencia española las armas francesas. Como escribió Alcalá Galiano, «España toda parecía sitiada en los estrechos muros de Cádiz».
Pero por encima de las incógnitas que todavía intentan despejar los historiadores descuellan los nombres de un puñado de diputados presentes en Cádiz que destacaron por su actividad en las sesiones y lo elevado y filantrópico de los valores que animaron sus intervenciones. Son los padres de «La Pepa».
Agustín de Argüelle |
La voz de este insigne jurista asturiano, nacido en Ribadesella,
fue la más vigorosa en las deliberaciones de los constituyentes. Por encima de
los bombazos de los franceses y de los gritos combativos de la población
gaditana, el eco de las palabras de Argüelles resuena en la actualidad en su
noble afán por moldear con mimbres humanitarios ese sujeto que se asomaba a la
posteridad, la nación española. Las convicciones de Argüelles quedaron claras
en sus piadosos alegatos contra dos de las herencias de la España imperial, la
esclavitud y la tortura. Existía entonces todavía la figura del tormento, a
la que los jueces podían recurrir para arrancar confesión de los sospechosos.
Argüelles dejó claro que una práctica así no podía subsistir porque «repugna a
los sentimientos de de humanidad y dulzura que son tan propios de una nación
grande», como él entendía que debía ser la española. El artículo 303 de la
Constitución recogería la abolición del tormento. Tuvo menos éxito en su lucha
contra la esclavitud, «infame tráfico, opuesto a la pureza y liberalidad de la
nación española». No consiguió que la Constitución recogiera sus demandas, pero
en las conciencias de sus compañeros de cortes dejó clavadas sus palabras:
«Comerciar con la sangre de nuestros hermanos es horrendo, es atroz, es
inhumano», denunció. Aunque descartó la manumisión de los esclavos propiedad de
las élites coloniales en América. Lo avanzado de su discurso tuvo como límite
evitar la colisión frontal con las clases propietarias. Abocado al exilio con
la restauración del absolutismo tras el regreso de Fernando VII, volvió a
España para participar en la redacción de la Constitución de 1837. Murió
en 1844. Sin duda, merece ser reconocido como uno de los padres del
liberalismo español.
Evaristo Pérez de Castro |
Pérez de Castro contribuyó decisivamente a dos de
los pilares de la Constitución de 1812: el principio de la soberanía
nacional y el reconocimiento del derecho a la libertad de
imprenta. Este vallisoletano fue uno de los diputados que discutieron el
proyecto constitucional, debate en el que se mostró entusiasta partidario de
las tesis de Argüelles sobre la libertad de imprenta. Pérez de Castro se movió
toda su vida en los aledaños del poder, llegando incluso a la Presidencia
del Gobierno, cargó que ocupó año y medio 1838 y 1840. Como tantos
españoles del turbulento XIX, se vio obligado a exiliarse cuando
triunfaron opciones políticas que no eran las suyas, en concreto cuando
Baldomero Espartero fue proclamado regente. Regresó en 1843. Murió en Madrid en
1848.
Diego Muñoz-Torrero |
El sacerdote Diego Muñoz-Torrero fue otra «alma
mater» de la Carta Magna de 1812, cuya comisión ponente presidió. Fue este
extremeño, liberal convencido y artífice del fin de la Inquisición
española, quien pronunció el discurso con el que se iniciaron las sesiones
de las cortes reunidas en la Isla del León. Catedrático de Filosofía, antes de
llegar a la decisiva cita de Cádiz, el padre Muñoz-Torrero había sido rector de
la Universidad de Salamanca. En aquella histórica sesión
parlamentaria trazó las que para él debían ser ideas fundamentales de la
Constitución en ciernes, algunas de ellas verdaderamente
revolucionarias para un clérigo de la época. Defendió que la soberanía
nacional residía en el pueblo español y no en ningún monarca, abogó
encendidamente por la libertad de prensa y se mostró
partidario de la supresión del Santo Oficio, que se había convertido en un
tribunal politizado al que cada facción política intentaba instrumentalizar
como ariete contra sus oponentes. También propugnó la abolición del régimen de
señoríos. Sus indomables convicciones le depararon muchos padecimientos. Tras
el nuevo viraje hacia el absolutismo, a partir de la nueva intervención
francesa con la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis en
1823, huyó a Portugal, donde fue apresado. Pasó los últimos años de su vida
encerrado, no era la primera vez, y torturado en la torre de San Julián de la
Barra, donde murió en 1829. Su triste final y su accidentada
biografía llevaron a autores como Rubio Llorente a definirle como un «liberal
trágico».
José de Espiga |
José de Espiga y Gadea, jurista y experto en
asuntos religiosos, fue, pese a sus orígenes palentinos, uno de los diputados
por elPrincipado de Cataluña en las Cortes de Cádiz. Espiga fue uno
de los más firmes apoyos de las vanguardistas propuestas de Argüelles. Uno de
los doce hombres de la Comisión que redactó el borrador constitucional,
sin su respaldo las tesis de Argüelles habrían tenido mucho más complicado
imponerse frente a la oposición de los más adictos al absolutismo y los más
refractarios al progreso de las ideas del liberalismo. Hombre resolutivo, a
Espiga le exasperaban los debates cuando se eternizaban encallados en lo que
para él eran minucias doctrinales. Por eso alertó a sus compañeros
constituyentes de que «si continuamos en discutir la Constitución tan prolija y
ridículamente, no acabaremos en muchos meses lo que tanta inquietud espera la
nación». Al final, los trabajos concluyeron con éxito y el impaciente Espiga
vio su nombre grabado en los anales de la historia. Tras contribuir a alumbrar
«La Pepa», Espiga fue evolucionando hacia posiciones más conservadoras y, sobre
todo, más en línea con lo propugnado por el Papa. Falleció en 1824
en Tierra de Campos, Palencia.
¿Sabías que…?
Anécdotas y curiosidades en torno a La
Pepa
La historia de nuestra primera
Constitución es la de todos sus protagonistas, conscientes o casuales, y esta
segunda está llena de anécdotas y curiosidades que completan la panorámica que
retrata la cuna de la Carta Magna de 1812. He aquí algunas...
TERESA RODENAS
Los malos augurios de La Pepa
Los malos augurios de La Pepa
Las memorias de Don Antonio
Alcalá Galiano recogen una anécdota que sucedió durante la misa que se
celebró tras la firma de La Pepa, en medio de una tormenta repentina que
tronchó un árbol robusto, provocando risas entre los asistentes y la burlona
interpretación de mal agüero para la Carta Magna.
«Estábase (digo allí) cantando el
Tedéum, cuando el ímpetu del huracán tronchó delante
de la iglesia un árbol robusto, y algunos de los circunstantes (entre los cuales estaba yo) no por superstición, sino como en burla, aludieron a que podría ser funesto agüero de la suerte de la ley nueva; vaticinio que así podría haber tomado por suyo la superstición más grosera, como la previsión más aguda.» Ir al texto completo
de la iglesia un árbol robusto, y algunos de los circunstantes (entre los cuales estaba yo) no por superstición, sino como en burla, aludieron a que podría ser funesto agüero de la suerte de la ley nueva; vaticinio que así podría haber tomado por suyo la superstición más grosera, como la previsión más aguda.» Ir al texto completo
El himno desafinado
En «Espisodios Nacionales», Benito
Pérez Galdós narra el espontáneo júbilo de las gentes de Cádiz tras la
aprobación de la Constitución. «Las calles estaban intransitables por la mucha
gente», dice y «muchos ignoraban qué era aquello». El autor habla entonces de
un coro que entonó una especie de himno improvisado, al parecer, desafortunado
en ritmo y musicalidad.
«Un coro que se había colocado en cierto
entarimado detrás de una esquiná entonó el himno, muy laudable sin duda, pero
muy malo como poesía y música; que decía:
Del tiempo borrascoso
que España está sufriendo
va el horizonte viendo
alguna claridad.
La aurora son las Cortes
que son sabios vocales
remediarán los males
dándonos libertad.
que España está sufriendo
va el horizonte viendo
alguna claridad.
La aurora son las Cortes
que son sabios vocales
remediarán los males
dándonos libertad.
El músico había sido tan inhábil al
componer el discurso musical, y tan poco conocía el arte de las cadencias, que
los cantantes se veían obligados a repetir cuatro veces “que con sabios, que
con sabios”,…etc., dice Galdós en su libro. Ir
al texto original
Curiosidades sobre los diputados
José Mª García León recoge en su
libro «Los
diputados doceañistas: una aproximación al estudio e los
diputados de las Cortes Generales y Extraordinarias (1810-1813)» una serie de
curiosidades relacionadas con los diputados del «doce». Entre ellas, cabe
destacar:
-Las quejas que sucitó el hecho de
que el Conde de Toreno no tuviese la edad exigida para ser
diputado (25), aunque lo fue, en parte gracias a las intensas gestiones de si
paisano asturiano Agustín de Argüelles.
-Las extravagancias del diputado
Villanueva, «tímido, muy miope y nervioso» y tremendamente despistado: una
mañana, oficiando misa, se le derramó el vino consagrado por el mante, «no
dándose cuenta hasta que se llevó la copa a los labios y comprobó que estaba
vacía».
-El aspecto cómico y quijstesco del
diputado por Galicia, Jiménez del Guazo, cuya apariencia producía
gran comicidad».
-La referencia al diputado más
longevo de las Cortes, José Becerra Llamas y Cancio; el despiste
del diputado Castro Labandeira, que perdió los papeles que le
acreditaban como representante en las Cortes.
-O la triste historia de Benito
Ramón Hermida, primer presidente de las Cortes, que murió en la más
«extrema pobreza».
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