INTERNACIONAL
Kiriko
De Eli Tonto a Eli Sonso
! Imaparac taytacha, kay tullu humayta sunsuta ruhuahuara...!*
Siempre con su análisis y critica de pose y corte burguez chileno.
Es facil criticar a un regimen que esta creando las bases economicas, politicas y sociales de un pueblo que se esta liberando de las garras del sistema economico mercantilista inpuesto por el gobierno de Carlos Andres Perez.Pero no critica a su patron Obama y su presidente Piñera, cuando el[los] también son los hijos engreidos de EE.UU y de los Ingleses.Gracias a ellos están como están, por que sino hace tiempo hubieran desaparecido de sudamerica. Hoy y mañana esta[rá]n siempre al servicio de los intereses como colonia, si ellos -como toda la vida y hasta hoy-no fueran colonia de ellos, Chile seria un simple desierto áspero y miserable pueblucho como de aquellos siglos XV-XVI, cuando Chile era un simple Intendencia y Capitanía del virreinato peruano.Ahora graviosamente critica la casa ajena pero, nunca se fija en Chile que es el "patio-y basurero- trasero" de los gringos e ingleses.Si es un demócrata a carta cabal por que no defiende y cuestiona la politica economica neoliberal que esta llevando su socio Pinera.Los servicios elementales como el derecho y acceso digno al agua(el agua mas caro del planeta), a la energía, a la salud publica y a la educación publica chilena(que estos recursos y servicios se encuentran privatizados en provecho de los intereses de los grupos corporativos transaccionales)estan en manos privados.Mientras en Venezuela la educación publica es gratuita, la energía esta al servicio de las grandes mayorías, el acceso al agua y la salud no esta privatizada como en Chile.¡Todo es populismo! para la derecha claro, ese programa no le va gustar a la derecha ultra[neo]liberal chilena; por eso Chavez ganó las elcciones en Venezuela, guste no le guste, el pueblo esta legítimamente representado y enpoderado, eso se llama un Estado de bienestar social donde su gobernante practica y aplica la justa distribucion de los medios de produccion al servicio del Pueblo, como política económica de gobierno del Socialismo del Siglo XXI, aunque le cae populista a los defensores del Libre Mercado, los pueblos de America ya estan despertando.Entonces los plumiferos defensores de este Sistema Economico como el gallinazo Eliozondo, son mercenarios que se alquilan al mejor postor por unos miserables peso$$, hasta pueden hipotecar y vender al Diablo el alma y espiritu de un pueblo.
*Me hace recordar un comentario de un personaje(+) muy respetado, sesudo y curtido en cuestiones judiciales, cuando en sus sermones y deliberaciones como Juez de Paz no letrado lanzaba unas des calibradas aforismos cuando la gente comun corriente no comprendia en el lenguaje de runa simi, para ello recurria a esa expresion para referirse y hacer comprender ala gente que no comprendia o desconocia(por ignorancia) los hechos de un suceso real, que habia sucedido por aquellos años en mi tierra.El, todo un experimentado Juez, solucionaba de manera efectiva los conflictos vecinales y familiares que se daban, en un tiempo record, sin recurrir a codigos ni leyes sino, a simples acuerdos y compromisos bajo juramento a cumplirlos como buenos comuneros del lugar.
PUBLICADO EN LA SEGUNDA, 19.10.2012
Cuando Stalin conoció el proyecto de Carta de la ONU, precocinado por Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill, asumió que no se inspiraba en el marxismo-leninismo, pero igual la firmó. Tenía el reseguro del veto y, además, pudo negociar la aceptación de Ucrania y Bielorrusia -que ya integraban la Unión Soviética- entre los 51 países fundadores. Fueron dos “miembros designados”.
Era la manera stalinista de ejercer el aforismo sajón “si no puedes ganarles, únete a ellos”. Haciéndolo, se insertó en el sistema internacional mayor, impidiendo, con su peso y su veto, que se le incorporaran cláusulas democráticas expresas. Esa astucia permitió que, durante la guerra fría, la galaxia ONU creciera exponencialmente -con dictaduras y democracias-, al costo de congelar sus embriones libertarios.
Quedó claro, entonces, que el socialismo real nunca incorporaría los principios democráticos a sus sistemas nacionales, comenzando por la autodeterminación mediante elecciones libres. No debía haber libertad para “los enemigos del pueblo”, rezaba la ortodoxia bolchevique. Impregnado de ese ideologismo, Fidel Castro rechazó el pluralismo en Cuba. “Nada contra la revolución”, fue su dogma de medio siglo. Lo adoptó a sabiendas de que, al menos en sus décadas iniciales, habría ganado por paliza cualquier elección... y, con ello, una dosis no despreciable de legitimidad externa.
El tema reventó en Chile, en 1970, con la victoria electoral del socialista democrático Salvador Allende. Fue un duro revés para Castro quien, por decir lo menos, decidió “atornillar al revés”. En lugar de apoyar la “nueva vía al socialismo”, presionó para que Allende se liberara de “la democracia burguesa” y se reconvirtiera en líder armado. Tras el golpe de 1973, incluso le inventó una muerte “correcta”, para demostrar que las elecciones no pasaban de ser un recurso táctico.
Luego vino el test de Nicaragua, donde los comandantes sandinistas permitieron la competencia electoral en 1990. Ahí no sólo perdieron ante Violeta Chamorro, sino ante Castro. Este ya les había advertido que el poder revolucionario no debía arriesgarse, estando “el imperio yanqui” a la vuelta de la esquina y los “contras” en todas partes.
La tercera gran prueba viene dándose en Venezuela, con resultados sorprendentes. Hugo Chávez, autoproclamado hijo político de Castro, tiene todo el poder político en sus manos, sin rehuir las elecciones y ganándolas desde 1999. Eso le ha permitido hacer lo que su papá cubano no pudo: fundar una internacional de países (la ALBA) y no de guerrilleros (la OLAS); impulsar nuevos organismos regionales, como Unasur y convertirse en un factor con peso real en la política hemisférica. Gracias a él, las izquierdas líricas olvidaron los manuales de Marta Harnecker y del Ché y hoy exaltan el “método Chavez”: ganar una elección, polarizar la sociedad, concentrar todo el poder, ideologizar las FF.AA y después convocar a elecciones asimétricas.
La clave teórica de todo esto es que Chávez no tiene una teoría clave. Muy hijo de Castro se sentirá, pero es más pariente del coronel Perón, de los años 40 y del general peruano Juan Velasco Alvarado de 1968. El líder cubano lo sospechó desde un principio –porque listo ha sido siempre-, pero tuvo que aguantarse tamaño revolcón a sus dogmas. Sabe que su gobierno -es decir, el de su hermano Raúl- funciona gracias a los subsidios petroleros del venezolano heterodoxo y que a caballo regalado no se le mira el diente doctrinario.
Cuando Stalin conoció el proyecto de Carta de la ONU, precocinado por Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill, asumió que no se inspiraba en el marxismo-leninismo, pero igual la firmó. Tenía el reseguro del veto y, además, pudo negociar la aceptación de Ucrania y Bielorrusia -que ya integraban la Unión Soviética- entre los 51 países fundadores. Fueron dos “miembros designados”.
Era la manera stalinista de ejercer el aforismo sajón “si no puedes ganarles, únete a ellos”. Haciéndolo, se insertó en el sistema internacional mayor, impidiendo, con su peso y su veto, que se le incorporaran cláusulas democráticas expresas. Esa astucia permitió que, durante la guerra fría, la galaxia ONU creciera exponencialmente -con dictaduras y democracias-, al costo de congelar sus embriones libertarios.
Quedó claro, entonces, que el socialismo real nunca incorporaría los principios democráticos a sus sistemas nacionales, comenzando por la autodeterminación mediante elecciones libres. No debía haber libertad para “los enemigos del pueblo”, rezaba la ortodoxia bolchevique. Impregnado de ese ideologismo, Fidel Castro rechazó el pluralismo en Cuba. “Nada contra la revolución”, fue su dogma de medio siglo. Lo adoptó a sabiendas de que, al menos en sus décadas iniciales, habría ganado por paliza cualquier elección... y, con ello, una dosis no despreciable de legitimidad externa.
El tema reventó en Chile, en 1970, con la victoria electoral del socialista democrático Salvador Allende. Fue un duro revés para Castro quien, por decir lo menos, decidió “atornillar al revés”. En lugar de apoyar la “nueva vía al socialismo”, presionó para que Allende se liberara de “la democracia burguesa” y se reconvirtiera en líder armado. Tras el golpe de 1973, incluso le inventó una muerte “correcta”, para demostrar que las elecciones no pasaban de ser un recurso táctico.
Luego vino el test de Nicaragua, donde los comandantes sandinistas permitieron la competencia electoral en 1990. Ahí no sólo perdieron ante Violeta Chamorro, sino ante Castro. Este ya les había advertido que el poder revolucionario no debía arriesgarse, estando “el imperio yanqui” a la vuelta de la esquina y los “contras” en todas partes.
La tercera gran prueba viene dándose en Venezuela, con resultados sorprendentes. Hugo Chávez, autoproclamado hijo político de Castro, tiene todo el poder político en sus manos, sin rehuir las elecciones y ganándolas desde 1999. Eso le ha permitido hacer lo que su papá cubano no pudo: fundar una internacional de países (la ALBA) y no de guerrilleros (la OLAS); impulsar nuevos organismos regionales, como Unasur y convertirse en un factor con peso real en la política hemisférica. Gracias a él, las izquierdas líricas olvidaron los manuales de Marta Harnecker y del Ché y hoy exaltan el “método Chavez”: ganar una elección, polarizar la sociedad, concentrar todo el poder, ideologizar las FF.AA y después convocar a elecciones asimétricas.
La clave teórica de todo esto es que Chávez no tiene una teoría clave. Muy hijo de Castro se sentirá, pero es más pariente del coronel Perón, de los años 40 y del general peruano Juan Velasco Alvarado de 1968. El líder cubano lo sospechó desde un principio –porque listo ha sido siempre-, pero tuvo que aguantarse tamaño revolcón a sus dogmas. Sabe que su gobierno -es decir, el de su hermano Raúl- funciona gracias a los subsidios petroleros del venezolano heterodoxo y que a caballo regalado no se le mira el diente doctrinario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario