BIENVENIDO AL CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO 17 DE MAYO DE APURIMAC.
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sábado, 11 de mayo de 2019



POLÍTICA

Kiriko

Una Distopía  Feliz


Fuente:Punto Critico


Por Chris Hedges(*)
Las dos grandes visiones sobre distopías futuras han sido “1984”, de George Orwell, y “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley. El debate existente entre quienes observaban nuestro deslizamiento hacia el totalitarismo de las corporaciones giraba en torno a quién de los dos escritores tenía razón. ¿Viviríamos dominados, como escribió Orwell, por una vigilancia represiva y un estado de seguridad que utilizaría formas de control brutales y violentas? ¿O, como Huxley imaginó, nos sentiríamos fascinados por el entretenimiento y el espectáculo, cautivos de la tecnología y seducidos por un derroche consumista que envolvería nuestra propia opresión? Pues ha resultado que ambos, Orwell y Huxley, tenían razón. Huxley fue capaz de imaginar la primera fase de nuestra esclavitud. Orwell la segunda.
Como Huxley predijo, el estado de las corporaciones nos ha ido despojando gradualmente, seduciéndonos y manipulándonos con gratificaciones sensuales, artículos baratos producidos en masa, crédito sin límites, teatro político y diversión. Mientras nos iban entreteniendo y envolviendo, fueron desmantelando todo el conjunto de regulaciones que en otro tiempo mantuvieron a raya al depredador estado corporativo, volviendo a reescribir las leyes que nos protegían hasta abocarnos a la pobreza. En estos momentos, el crédito se ha secado ya, los puestos de trabajo medianamente decentes para la clase trabajadora han desaparecido para siempre y los artículos producidos en masa resultan ahora inasequibles, por todo lo cual nos vemos transportados desde “Un mundo feliz” a “1984”. El estado, asfixiado por déficits masivos, guerras sin fin y fechorías corporativas, se desliza hacia la bancarrota. Ha llegado la hora de que el Gran Hermano se apodere del sensorama, de la orgia-porfía y de la bomba centrífuga de Huxley. Estamos pasando de una sociedad donde se nos manipula hábilmente con mentiras e ilusiones a otra donde estamos clara y totalmente controlados.
Orwell alertó sobre un mundo donde los libros estarían prohibidos. Huxley advirtió de un mundo donde nadie querría ya leer libros. Orwell alertó sobre un estado de guerra y miedo permanentes. Huxley advirtió de una cultura habitada por un placer vacío de sentido. Orwell avisó acerca de un estado donde todas las conversaciones y pensamientos estaban vigilados y la disidencia brutalmente reprimida. Huxley alertó sobre un estado donde su población sólo se preocupaba por las trivialidades y el cotilleo, sin que le importaran ya ni la verdad ni la información fidedigna. Orwell nos veía asustados y sometidos. Huxley nos veía seducidos y sometidos. Pero estamos descubriendo que Huxley no era más que el preludio de Orwell. Huxley entendía que en ese proceso éramos nosotros los cómplices de nuestra propia esclavitud. Orwell lo interpretaba como esclavitud. Ahora que el Estado corporativo ha dado ya el golpe maestro, nos encontramos desnudos e indefensos. Y estamos empezando a entender, como cuKarl Marx supo, que el capitalismo sin restricciones y sin reglamentar es una fuerza brutal y revolucionaria que explota a los seres humanos y el medio ambiente hasta agotarlos o destruirlos.
El Partido busca el poder completamente en su propio beneficio”, escribióOrwell en 1984. “No estamos interesados por el bien de los otros; únicamente nos interesa el poder. Ni la riqueza ni el lujo ni una vida larga ni la felicidad: sólo el poder, el poder puro. Lo que implica el poder puro lo comprenderán ahora. Nos diferenciamos de las oligarquías del pasado en que sabemos lo que estamos haciendo. Todos los demás, incluso los que se nos parecieron, eran cobardes e hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se nos parecían mucho en sus métodos, pero nunca tuvieron valor para reconocer sus propios motivos. Pretendieron, quizá hasta se lo creyeron, que habían tomado el poder de mala gana, por tiempo limitado y que justo a la vuelta de la esquina había un paraíso donde los seres humanos eran libres e iguales. Nosotros no somos así. Sabemos que nadie toma nunca el poder con intención de renunciar al mismo. El poder no es un medio, es un fin. Uno no establece una dictadura para salvaguardar una revolución; uno hace una revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución es la persecución. El objeto de la tortura es la tortura. El objeto del poder es el poder”.
El filosofo político Sheldon Wolin utiliza el término “totalitarismo invertido” en su libro “Democracia Corporativa” para describir nuestro sistema político. Es un término que daría sentido a Huxley. En el totalitarismo invertido, las sofisticadas tecnologías del control corporativo, la intimidación y manipulación de masas, que superan de lejos las utilizadas por los anteriores estados totalitarios, se enmascaran eficazmente con el oropel, el ruido y la abundancia de una sociedad de consumo. Se va renunciando gradualmente a la participación política y a las libertades civiles. El estado corporativo, escondido tras la pantalla de humo de la industria de las relaciones publicas, del entretenimiento y el materialismo chabacano de una sociedad de consumo, nos devora de dentro a afuera. No le debe lealtad a nadie, ni a nosotros ni a la nación. Se da un festín con nuestros cadáveres.
El estado corporativo no encuentra su expresión en un líder demagogo o carismático. Se define por el anonimato y la ausencia de rostro de la corporación. Las corporaciones, que suelen alquilar a portavoces atractivos como Barack Obama, controlan los usos de la ciencia, la tecnología, la educación y la comunicación de masas. Controlan los mensajes en el cine y en la televisión. Y, al igual que en Un mundo feliz, utilizan estas herramientas de comunicación para reforzar la tiranía. Nuestro sistema de comunicación de masas, como Wolin escribe, “obstaculiza, elimina cualquier elemento que pudiera introducir cualificación, ambigüedad o dialogo, cualquier cosa que pudiera debilitar o complicar la fuerza total de su creación, hasta su total impresión”.
El resultado es un sistema monocromático de la información. Cortesanos de famosos, haciéndose pasar por periodistas, expertos y especialistas, identifican nuestros problemas y explican pacientemente los parámetros. Se descarta como seres raros irrelevantes, extremistas y miembros de la izquierda radical a todos aquellos que se posicionan fuera de los parámetros impuestos. Se prohíbe a críticos sociales clarividentes, desde Ralph Nader a Noam Chomsky. Las opiniones aceptables van de la A a la B. La cultura, bajo tutela de esos cortesanos corporativos, se convierte, como Huxley señaló, en un mundo de conformidad alegre, así como en un inacabable y finalmente fatal optimismo. Nos compramos a nosotros mismos comprando productos que prometen cambiar nuestras vidas, haciéndonos más guapos, más seguros o exitosos mientras velozmente nos despojan de nuestros derechos, dinero e influencia. Todos los mensajes que recibimos a través de estos sistemas de comunicación, ya sea en las noticias de la noche o en los programas de entrevistas como “Oprah”, prometen un mañana más brillante y más feliz. Y esta es, como Wolin señala, “la misma ideología que invita a los ejecutivos de las corporaciones a exagerar beneficios y ocultar pérdidas, pero siempre con rostro risueño”. Estamos embelesados, como Wolin escribe, por “los continuos avances tecnológicos” que “fomentan elaboradas fantasías de destrezas individuales, juventud eterna, belleza gracias a la cirugía, acciones que se miden en nanosegundos: una cultura repleta de sueños de control y posibilidades en constante expansión, cuyos habitantes son propensos a fantasear porque la inmensa mayoría tiene imaginación pero pocos conocimientos científicos”.
Han desmantelado nuestra base industrial. Los especuladores y estafadores han saqueado el Tesoro estadounidense y han robado miles de millones a los pequeños accionistas que habían reservado ese dinero para la jubilación o para ir a la universidad. Se han eliminado las libertades civiles, incluido el habeas corpus y la protección contra las escuchas telefónicas sin orden judicial. Los servicios básicos se han entregado a las corporaciones, incluidas la educación pública y la atención sanitaria, que los explotan buscando únicamente el beneficio. El establishment corporativo ridiculiza a los pocos que se atreven a alzar su voz disidente, que se niegan a participar en la feliz charla corporativa, etiquetándoles de bichos raros, de frikis.
Las actitudes y el temperamento han sido astutamente manipulados por el estado corporativo, al igual que los maleables personajes de Huxley en Un mundo feliz. El protagonista del libro, Bernard Marx, vuelca su frustración en su novia Lenina:
“¿No te gustaría ser libre, Lenina”, pregunta.
No comprendo qué quieres decir. Soy libre, libre para tener el tiempo más maravilloso. Todo el mundo es feliz hoy en día.”
Él se rió: “Sí, ‘todo el mundo es feliz hoy en día’. Pero, ¿no te gustaría ser libre para ser feliz de otra manera, Lenina? A tu manera, por ejemplo; no del mismo modo que todos los demás”.
No sé lo que quieres decir”, repitió ella.
La fachada se derrumba. Y cada vez hay más gente que se da cuenta de que se les ha utilizado y se les ha robado, que poco a poco estamos yendo de “Un mundo feliz” de Huxley a “1984” de Orwell. En algún momento, la gente tendrá que enfrentar verdades muy desagradables. Los puestos de trabajo bien pagados no van a volver. Los mayores déficits de la historia humana significan que estamos atrapados en un sistema de servidumbre que el estado de las corporaciones utilizará para erradicar los últimos vestigios que quedan de protección social a los ciudadanos, incluida la Seguridad Social. El estado ha sufrido una regresión de la democracia capitalista al neofeudalismo. Y cuando todas estas verdades aparezcan claramente, la rabia sustituirá a la alegre conformidad impuesta por las corporaciones. La debilidad de nuestros bolsillos post-industriales, donde alrededor de 40 millones de estadounidenses viven en un estado de pobreza y decenas de millones en una categoría denominada de “casi pobreza”, junto con la carencia de crédito que pudiera salvar a las familias de las ejecuciones hipotecarias, de las apropiaciones de los bancos y de la bancarrota a causa de las facturas médicas, pone en evidencia que el totalitarismo invertido no va ya a funcionar.
Cada vez vivimos más en la Oceanía de Orwell, no en El Estado Mundial de Huxley. Osama bin Laden juega el papel asumido por Emmanuel Goldstein en “1984”. Goldstein, en la novela, es el rostro público del terror. Sus diabólicas maquinaciones y actos clandestinos de violencia dominan las noticias de la noche. La imagen de Goldstein aparece cada día en las pantallas de televisión de Oceanía como parte del ritual diario de “Dos Minutos de Odio” de la nación. Y sin la intervención del estado, Goldstein, al igual que bin Laden, acabará con vosotros. En la lucha titánica contra la personificación del mal, se justifican todos los excesos.
La tortura psicológica aplicada al soldado raso Bradley Manning – que lleva ya siete meses preso sin haber sido acusado de delito alguno- refleja el destrozo del disidente Winston Smith al final de «1984«. A Manning se le mantiene como «detenido sometido a máxima vigilancia» en el calabozo de la Base del Cuerpo de Marina Quantico, en Virginia. Pasa solo 23 de las 24 horas del día. Se le niega la posibilidad de hacer ejercicio. No puede tener almohada ni sábanas en la cama. Los doctores del ejército le han estado atiborrando de antidepresivos. Las más crudas formas de tortura de la Gestapo se han sustituido por refinadas técnicas orwellianas, en gran medida desarrolladas por psicólogos que trabajan para el gobierno para convertir en vegetales a disidentes como Manning. Destrozamos las almas y los cuerpos. Es más eficaz así. Ahora nos pueden llevar a todos a la temible Habitación 101 de Orwell para que nos conviertan en seres dóciles e inofensivos. Esas «especiales medidas administrativas» se imponen habitualmente a nuestros disidentes, incluidoSyed Fahad Hashmi, quien pasó tres años encarcelado en condiciones parecidas antes de ser llamado a juicio. Esas técnicas han destrozado psíquicamente a miles de detenidos en nuestros agujeros negros por todo el globo. Constituyen la principal forma de control en nuestras prisiones de máxima seguridad, donde el estado corporativo hace la guerra sirviéndose astutamente de nuestra “inferior”: los afroamericanos. Todo presagia el cambio de Huxley a Orwell. 
«Nunca podrás tener de nuevo sentimientos humanos normales«, dice el torturador de Winston Smith en “1984”. «Todo estará muerto dentro de ti. Ya no podrás ser capaz nunca de sentir amor o amistad o alegría de vivir o risa o curiosidad o valentía o integridad. Te quedarás vacío, hueco. Vamos a exprimirte hasta vaciarte y después te llenaremos de nosotros mismos«. 
El nudo se va estrechando. La era del divertimento se sustituye por la era de la represión. Decenas de millones de ciudadanos han tenido que entregar sus registros telefónicos y correos al gobierno. Somos la ciudanía más controlada y espiada en la historia humana. Muchos de nosotros tenemos nuestras rutinas diarias atrapadas en docenas de cámaras de seguridad. Nuestras inclinaciones y hábitos se registran en Internet. Nuestros perfiles se generan electrónicamente. Cachean nuestros cuerpos en los aeropuertos y nos filman con escáneres. Y los anuncios de servicio público, las pegatinas de los coches de inspección y los carteles del transporte público nos instan constantemente a informar de actividades sospechosas. Porque el enemigo está por todas partes. 
Se silencia brutalmente a quienes no se ajusten a los dictados de la guerra contra el terror, una guerra que, como Orwell señaló, es inacabable. Las draconianas medidas de seguridad utilizadas para reprimir las protestas en las cumbres del G-20 en Pittsburg y Toronto fueron salvajemente desproporcionadas para el nivel de actividad de la calle. Pero enviaron un claro mensaje: ¡NI SE OS OCURRA INTENTARLO! La persecución por parte del FBI de los activistas a favor de Palestina y en contra de la guerra, que el pasado septiembre vieron cómo los agentes asaltaban sus hogares en Minneapolis y Chicago, es un presagio de lo que está por venir para todos aquellos que se atrevan a desafiar el Neolengua oficial del estado. Los agentes – nuestraPolicía del Pensamiento– incautaron teléfonos, ordenadores, documentos y otras pertenencias personales. Se han enviado citaciones judiciales a 26 personas para que comparezcan ante un gran jurado. Las notificaciones citan leyes federales que prohíben «proporcionar apoyo material o recursos destinados a organizaciones extranjeras terroristas«. El Terror, incluso para quienes no tienen nada que ver con el terrorismo, se convierte en el objeto contundente utilizado por el Gran Hermano para protegernos de nosotros mismos. 
«¿Empiezan a ver, pues, qué clase de mundo estamos creando?«, escribió Orwell. «Es exactamente todo lo contrario de las estúpidas Utopías hedonistas que los viejos reformistas imaginaron. Un mundo de temor, traición y tormento, un mundo donde se pisotea y se es pisoteado, un mundo cada vez más despiadado en la medida en que se va refinando«.

Recuperado de Punto Critico/ Derechos Humanos


Chris Hedges(*) ha sido corresponsal en América Central, Oriente Medio, África y los Balcanes a lo largo de dos décadas. En 2002 recibió el Premio Internacional de los Derechos Humanos de Amnistía Internacional. En 2010 recibió el Premio a la Mejor Columna Online por el ensayo “One Day We’ll All Be Terrorists”. Ha dado clase en las Universidades de Columbia, Nueva York y Princetown. Actualmente da clases a los presos de un correccional de Nueva Jersey. Es también miembro del The Nation Institute.

viernes, 12 de abril de 2019

POLÍTICA/ ESTRATEGIA

Kiriko


'El Odio, el Rencor' [en Las Bambas]


Lantarón: “Todo ha sido para Challhuahuacho, donde han cerrado la mina. Allí tienen un alcalde preso y otro prófugo”.
Con Baltasar Lantarón a la tercera fue la vencida. El educador candidateó sin éxito al gobierno regional de Apurímac en el 2006 y al Congreso el 2016. Esta vez ganó en segunda vuelta el gobierno regional con el movimiento Llankasun. Hoy, en medio de la tensión en el proyecto minero Las Bambas, va y vuelve a Lima. Conversó con CARETAS antes de entrevistarse con la ministra de Educación, Flor Pablo, sobre los acuerdos sobre la materia en la zona.   
–El acuerdo con la comunidad incluye tres compromisos de la minera: el acuerdo económico sobre la carretera del fundo Yavi Yavi y la revisión de puestos laborales y otros beneficios según los acuerdos originales con Xstrata en el 2009. ¿Eso incluye retomar la figura del mineroducto?
–No. El inciso K tiene 17 puntos y los más resaltantes son dos: el primero es la prioridad de la mano de obra en la región, es decir más del 50%.
–¿A cuánto llega?
–Ni al 20%
–¿Hay técnicos en la zona suficientes?
–Mina Pierina (Huaraz) tiene 100% de mano de obra no calificada de la zona, 80% de técnicos profesionales y eso no se da en Las Bambas. Los trabajadores son arequipeños, cusqueños. El otro punto es la adquisición de los bienes de la región. Papas, choclos, carnes. No se le compra casi nada.
–¿Qué más está en juego?
–El tema del Plan Cotabambas firmado en 2016.
–¿Con el Estado?
–Y también la empresa.
–¿Qué es lo que se ha incumplido?
–El incumplimiento más fuerte es la pavimentación de la vía. Yavi Yavi, que es una zona inhóspita en la puna. Pero la ruta empieza por el distrito de Mara y ahí todas las comunidades están haciendo bulla. Los otros (Fuerabamba) están por la plata, pero los más damnificados vienen de Mara.
–¿Qué píden?
–Justiprecio. Como les están pagando sobreprecio a los de Yavi Yavi, ¿qué va pasar en Mara? Lo mismo pues.
–¿Cuántas comunidades son las que vienen detrás?
–En el distrito de Mara tenemos seis. ¿Qué pasa? El Estado quiere invertir más de S/ 3 mil millones en la pavimentación. Pero en las vías departamentales de Apurímac solo tenemos cerca del 9% de asfaltado. Mejor que se haga una APP, que la mina cobre su peaje y recupera su inversión. ¿Para que el Estado va a invertir su plata si hay mucho que hacer en Apurímac?
–¿Y los servicios básicos?
–Todo ha sido para Challhuahuacho, donde han cerrado la mina. Allí tienen un alcalde preso y otro prófugo. Challhuahuacho recibe de las actividades, 20%, más que el gobierno regional que recibe 15%, con 5% adicional dividido en dos universidades. Pero no tiene ni una vereda ni pistas. ¿Qué han hecho con la plata?
–¿Qué pasó con el cambio de manos de Xstrata a MMG?
–Al inicio Las Bambas fue un modelo en el Perú, hasta el cura Marco Arana habló bien cuando estaba con Xstrata porque fue la única empresa minera que entraba en la población con un fondo social de US$120 millones del FOSBAM - Fondo Social de Bambas. Con el Estudio de Impacto Ambiental plantean el mineroducto de Las Bambas a Tintaya, Cusco, donde iba a ser la planta de procesamiento. Nadie se iba a dar cuenta del transporte del mineral.
–Pero el mineroducto no se hizo porque Xstrata solo se quedó con Tintaya.
–Son dos dueños. Con Ollanta Humala aprueban ya no un EIA sino un estudio técnico mediante el cual el Ministerio del Ambiente aprueba la planta de procesamiento en Challhuahuacho y ya no en Tintaya. Ya no mineroducto sino carretera. No hay licencia social existente. Los compromisos de la minera son para cuatro distritos y marginó a los demás.
–Es insostenible
–El odio, el rencor. Acusan a los de Fuerabamba de ser los únicos que se ganan con todo.  
“Leí propuesta de De Soto. Se debe convertir a los comuneros en socios”.
–¿Cuáles son las posturas en Fuerabamba?
–Hay un grupo de dirigentes que todavía piden como condición la liberación de los asesores Chávez Sotelo. Otro grupo ya entiende que el tema está en la Justicia y que hay separación de poderes. En la asamblea más de 2 mil 400 comuneros me querían obligar que firme un memorial pidiendo la renuncia del premier, del Ministro de Energía y Minas, del viceministro Raúl Molina, y la libertad de los asesores. “Yo no firmo esto”, dije. ¿Entonces? El gobernador es un traidor. Dicen que les tendió una trampa a los Chávez. Hace 40 años que no los veo, sé que eran vecinos cuando éramos niños, pero no los veo.
–¿Son mercenarios?
–Una cosa es ser abogado y cosa es inducir a esto.
–¿Y Paredes Terry?
–Son los “antauristas” que se están metiendo ahí también. Se ve que los asesoran porque los jóvenes y adultos se van a tomar Yavi Yavi y dejan a mujeres, niños y ancianos y bloquear la puerta de la mina.
–¿Reciben canon?
–No exactamente. Se discute un Decreto Supremo del gobierno de Fujimori, de depreciación anticipada. En cinco años las empresas pueden depreciar su inversión, mientras no deprecien el 100% no pagan el canon. Ahora están pagando las regalías contractuales que es el 3% de la venta total de los gastos administrativos. Estamos haciendo más o menos S/.80 millones. Pedimos que se pague el canon mediante un fondo generado por el gobierno. Segundo, Las Bambas se concesiona con US$ 1200 millones de dólares y Xstrata lo vendió en más de US$ 7 mil millones. El Congreso autorizó que la venta (2011) se haga en el extranjero y el país dejó de cobrar impuestos que favorecían a la región de Apurímac. ¡30% de la venta que eran unos US$ 2400 millones!
–¿Pero acaso eso se puede revertir?
–Por eso debemos de responsabilizar al Congreso. Por culpa de un lobby, por unos legisladores que han vendido la patria, nosotros nos vemos perjudicados. Frente a todo esto, hay que bajar la conflictividad. Una forma es que la propiedad del suelo también sea del subsuelo. Así los comuneros pueden ser accionistas.
–Es similar a lo que propone Hernando de Soto sobre los títulos valorizados afuera. Pero modificar la propiedad del subsuelo implica un cambio constitucional.
–Sí leí lo de De Soto. Este cambio se hace reforma constitucional o  referéndum.
–Muy bien asociar al comunero del asiento minero, ¿pero no se repite el problema de dejar por fuera a las demás comunidades?
–Las Bambas tienen que atender también la labor social de desarrollo socio económico, ambiental con esos afluentes, igual va a pagar renta. Pero la diferencia es que tú vas a ser socio de la empresa y ya no va paralizar Yavi Yavi. Al contrario, es mi empresa, y vamos para adelante. Eso marca la diferencia.
–¿Qué esperamos en los próximos días?
–No solamente que vayan el premier con los ministros. Sería importante que  también vayan el representante del Episcopado, la Defensoría. La única forma es el diálogo. Sin diálogo no hay solución. Con estar sentado en la mesa ya es bastante.
Recuperado de Revista Caretas Edic.N° 2585 jueves, 11 de Abril de 2019



lunes, 4 de marzo de 2019

CULTURA/ ARTE

Kiriko

Pablo Milanés: "El reggaeton no es música: es recitar cosas groseras"

Crédito: ÁNGEL NAVARRETE /Diario El Mundo

Por: Inako Diaz Guerra/ Madrid.

Pablo Milanés. Bayamo, Cuba, 1943. Cantautor. Hoy toca en el Inverfest 2019 de Madrid, patrocinado por Hyundai. En los 60 lideró, junto a Silvio Rodríguez, la Nueva trova cubana y 50 años después aún tiene energía para sacar cuatro discos en un año. Eso sí, la música y la política actuales le ponen malo.

¿Qué relación mantiene un artista con canciones con las que lleva conviviendo décadas? ¿Aún las quiere? ¿Le aburren? ¿Se convierten en rutina?

Las quiero, las quiero. A unas más y a otras menos, pero a todas. Antes de dar a conocer una canción, tú ya has hecho una selección. Has escrito y roto papeles una y otra vez, hasta que das con lo que querías. Esa selección previa ya significa que la canción te complace. Todas las canciones publicadas, en definitiva, son preferidas tuyas.

¿Suele coincidir con el gusto del público a la hora de valorar sus canciones?

Desgraciadamente, siempre hay una o dos canciones en cada disco que son las que gustan al público y otras 10 que quedan en el anonimato y a mí me encantan. Al final esas canciones las escribes para ti mismo.

Hay artistas que acaban odiando cantar sus grandes éxitos. ¿Es su caso?

No, no. Mis canciones más conocidas me gustan mucho. Es increíble, porque no sé los miles de veces que la habré tocado, pero aún disfruto al cantar Yolanda. Disfruto de verdad. Lo que pasa es que uno siente también dolor por aquellas que son desconocidas y sigo intentando cantarlas en mis recitales, aunque sea correr cierto riesgo. El público merece conocer cosas que no ha oído nunca y yo no quiero acomodarme, que es un posibilidad a estas alturas de carrera.
Vivimos un 'boom' de la música latina a nivel mundial, pero, obviamente, son estilos que nada tienen que ver con lo que ustedes popularizaron hace 40 años. 

¿Le interesa el fenómeno del reggaeton y derivados?

No. Si acaso, me interesa en el sentido de analizarlo y criticarlo. La música de hoy se ha comercializado tan absolutamente que ya no es música. Diría que el reggaeton es un recitativo de cosas, a menudo, groseras. Ya no tiene nada que ver con la música. Lo que están haciendo son monólogos. Cabe más dentro del teatro que dentro de la música... si es que el teatro los admite.

Para quien, principalmente, cantó al amor y a la revolución, ¿resulta frustrante cómo se tratan ahora estos temas en la música?

No se tratan, los evitan. La vida es la misma y la situación social y cultural del mundo es la misma. Sigue habiendo cosas para expresar que generen un sentimiento de amor y de lealtad al ser humano. Todo eso se está traicionando. Ahora hablan de cosas que nada tienen que ver con eso, que son superficiales y groseras. Evaden todas las razones de la existencia del ser humano. Me parece lamentable y me parece más lamentable aún que haya compañías internacionales que estén apoyando eso, que estén inventando a diario pseudoestrellas que se desinflan rápido, pero da igual porque inventan otra, otra y otra. Así el mercado no se agota, porque hay una cadena de artistas, emisoras, televisiones y compañías que no cesan de especular.
Cuatro de sus hijas se han dedicado a la música...
Más, más. Tengo otro mayor y otro pequeño que también. Ha sido espontáneo, porque ninguno tomo consciencia de quién yo era y lo que hacía hasta los 12 años.

¿Y ninguno ha elegido estos estilos que no le gustan?

¡Cómo que no! Un hijo mío hace rap. Antonio, de 18 años. Tiene una formación clásica, pero le dio por el rap. Y yo no me opongo a eso, siempre que sus textos sean admisibles. Está creando una serie de melodías alrededor del rap que, para mí, son algo innovador. En fin, yo hubiese querido otra cosa, pero ¿qué le voy a hacer? Son los tiempos y las influencias y contra eso no se puede hacer nada.
Usted fue durante muchísimo tiempo un gran defensor de la Revolución cubana y del castrismo, aunque tuvo sus más y sus menos en los últimos años.

 ¿En qué punto está su relación con Cuba?

Yo soy residente y ciudadano cubano. Vivo allí con mi familia, aunque como mi mujer es española venimos a menudo. Amo a mi país y, por favor, no caigamos en una conversación política porque no quiero hablar de eso.

 ¿Por qué alguien que siempre ha hablado abiertamente de política ya no quiere tratar el tema?

Me he cansado. Actualmente considero a los políticos lo contrario de lo que es un revolucionario. No me cuesta hablar de Pepe Mujica, de Nelson Mandela... Pero, fuera de ellos, no encuentro nadie al que se le pueda incluir en lo que debería ser un político y es un revolucionario.

¿Tampoco a Fidel Castro?

Él fue un hombre, nada más.

¿Y usted?

Yo soy un revolucionario. No soy otra cosa. Un hombre de izquierdas revolucionario y creo que ya me muero así. Los revolucionarios no cambian. Esa es la esencia. Y cuando un revolucionario se convierte en un político y hace concesiones, se traiciona a sí mismo. Ya no es revolucionario.

Dijo en una ocasión que desconfía de los dirigentes que superan los 75 años. 
Usted va a cumplir 76. ¿Nos podemos fiar de los músicos de esa edad?

Sí, claro. Al menos mientras tenga facultades, que es el problema. Yo considero que aún las tengo y cantaré hasta que, por lealtad a mí mismo, vea que ya no puedo más.

¿Se vuelve uno perezoso con los años? ¿Alguna vez piensa que para qué se va a poner a trabajar y componer, si cantando Yolanda ya lo tiene hecho?

¡Qué va, qué va! En 2018 hice cuatro discos: uno de salsa, otro de canciones tradicionales cubanas, otro con un pianista con el que trabajo hace años y otro en inglés. Imagina tú si me quedan fuerzas y voluntad para seguir trabajando. Todo eso aparte de los conciertos, que voy a cualquier pueblo del mundo donde me inviten. Aún me queda energía.

Extraído de Entrevista Final de El Diario El Mundo
CULTURA


Kiriko



Alicia Maguiña: "Nunca he cantado adefesios, siempre me he fijado en las letras"


Alicia Maguiña: "Nunca he cantado adefesios, siempre me he fijado en las letras"
Foto: Diario El Correo
Compositora, intérprete e investigadora ha publicado suautobiografía Mi vida entre cantos, donde cuenta su exitosacarrera en la música

Alicia Maguiña nunca tuvo miedo de decir lo que piensa, sin retoques, ni medias verdades. En un país de apariencias esto es peligroso, la polémica siempre será una compañera permanente. Hoy, a sus 80 años, más lúcida que nunca, sigue siendo valiente y frontal y no tiene reparos en aclarar lo que se comenta de ella y no le gusta. “Dicen que hace algunas semanas, en la presentación de mi libro Mi vida entre cantos, dije que los hijos de los compositores no tienen autoridad para hablar de música criolla y eso es falso. Lo que dije exactamente fue que a mí me parece que los hijos de los artistas criollos fallecidos no deben hablar de lo que no conocen. No he dicho que no canten, que no toquen, que no hablen de las anécdotas de sus padres o madres, pero los hijos de Alberto Haro, Eduardo Márquez Talledo, Lorenzo Humberto Sotomayor, por ejemplo, no se ponen a analizar sus letras o hablan del proceso de creación de sus valses, que es tan personal y único. Ni Carmencita Pinglo cuando vivía hacía eso, nadie. Eso es lo que dije y pienso”.

Aclarada la polémica, ¿por qué crees que en lugar de empezar a leer tu libro, muchos tratan de buscar el enfrentamiento?
Porque la gente es muy vacía, deberían haber leído el libro y enterarse de las cosas que digo no de mí, sino de la marinera limeña, del tondero, de la tunantada, cómo describo lo que he vivido y qué trato de transmitir.
Mucha gente pensaba que Mi vida entre cantos iba a ser la autobiografía de una vida intensa y más ligada a lo personal... 
Todos pensaban que solo iba a hablar de mi matrimonio con Carlos Hayre.
A propósito, en el libro aclaras que él no fue influyente en tu carrera musical... 
Muchos creen que él me hizo. Cuando empiezo a trabajar con Hayre, que si no me equivoco fue en el año 1966 o 1967, ya había escrito “Indio”, me lo había grabado Olga Guillot, Toña La Negra, Daniel Santos, también había escrito “Viva el Perú y Sereno”. Reconozco que haber trabajado con Hayre, a cualquier intérprete de la canción, sobre todo costeña, era un gran apoyo, pero él no me enseñó nada. Cuando lo conocí, yo sabía a cabalidad lo de la marinera limeña y, es más, lo conozco desde mi primera grabación en Sono Radio.
¿No te daba ni siquiera consejos? 
Yo escogía mi repertorio. A mí no me daba consejos. Cuando Óscar Avilés se reencuentra conmigo (había sido su alumna cuando tenía 14 años), me dice: “Estás cantando más agudo de tu tono de voz. Tú tenías un dulce registro, vamos a bajar los tonos para que sea más natural”. Lo acepté y salió lindo. A mí nunca me dijo Carlos Hayre que cantaba muy alto y que vocalice mejor. No. Él no se metía.
Hablando de Avilés, en un capítulo de tu libro sobre la marinera limeña, que es casi un tratado, hasta le enmiendas la plana... 
Pero con respeto y básicamente sobre cómo se compone una marinera limeña, porque él siempre fue un maestro.
Y admites también que Chabuca Granda no fue una influencia en tu carrera... 
Chabuca me llevaba 18 años, siempre la he admirado y la sigo admirando como a otros, pero ya dije suficiente sobre ella. Hay artistas actuales que he oído que dicen que ella hasta tenía aura; creo que están como santificándola. Como compositora, Chabuca no me trataba como lo hacía con las cantantes, que hay varias que dicen que las ha ayudado.
Y sabrosa esa anécdota que cuenta en Mi vida entre cantos sobre el origen de la marinera con resbalosa “Dale, toma”, que la escribió luego de un encuentro poco grato con Chabuca Granda, en la que una muy joven Alicia se siente “ninguneada”. “Si tanto crees que sabes (toma, toma, toma), contéstame esta jarana (dale, dale, dale), qué pasa que no respondes (toma, toma, toma)”.
¿Ya no sales a jaranas, Alicia?
Es que no hay como a las que iba. A la casa de La Valentina, Luciano Huambachano, aunque realmente de verdad nunca he sido bohemia.
¿Y sigues enseñando a bailar marinera limeña? 
Hasta ahora, pero voy a parar porque ya no tengo paciencia. Soy vehemente, a veces tengo que fingir, pero en el fondo me provoca darles un pellizcón porque no todos los que vienen tienen condiciones.
¿Has dejado de componer?
Sigo haciéndolo, tengo valses, marineras. Me falta ponerle una resbalosa que le debo entregar para que la grabe Carlitos Castillo.
¿Cómo vamos con el ego?
No me creo lo máximo, siempre he sido mi principal crítica, pero eso sí, toda la vida me he hecho respetar y le he tenido mucho respeto al público. Nunca he cantado adefesios, siempre me he fijado en las letras.
¿Eres nuestra última diva de la música popular? 
Para nada, siempre recuerdo lo que me decía mi mamá: “Alicia, tú eres diferente”.

Datos

- 2 hijos tiene la artista Alicia Maguiña. Uno vive en Vancouver.
- En 1956, compuso su vals “Inocente amor”, que se estrenó por Los Troveros Criollos.

Perfil




Compositora e intérprete. Nació en Lima el 28 de noviembre de 1938. Entre sus éxitos como autora se encuentran “Soledad Sola”, “Indio” y “Viva el Perú y Sereno”, entre otros.

Extraído de El Diario El Correo